No todo era Cobi.

26 03 2010

Hace justo dos décadas Javier Mariscal (Valencia, 1950) abrió nuestra imaginación al enseñarnos cómo adorar una mascota olímpica totalmente revolucionaria para el diseño español de la época. No era un oso, ni un tigre, ni un castor. Era Cobi. Y tras el escepticismo inicial de los que lo criticaron llegó el amor incondicional a su obra, que desde entonces no conoce límites ni fronteras. Muebles, pintura, escultura, ilustración, interiorismo, paisajismo, jardinería, horticultura. Todo esto es objeto de su actividad profesional y vital. Ahora recorre el país con una original muestra: no se trata de diseños inéditos, sino de aquéllos que revolucionaron el siglo XX por su belleza y utilidad.

Para la selección de los 50 objetos que componen la exposición Bombay Sapphire Design Exhibition, Mariscal se ha basado en criterios de funcionalidad dentro de la sociedad en la que se inventaron, eso sí, dejándose guiar “por la inteligencia del ama de casa, que tiene mucho sentido común y emplea lo que de verdad le es útil”. Así, unas gafas Rayban, uno de los primeros ordenadores creados por Apple, unas zapatillas de deporte, o una valiosa colección de relojes de colores de Swatch, son algunos de los elementos que componen esta singular propuesta expositiva, que ya ha pasado por Bilbao, Madrid, Salamanca, Málaga y recalará en Barcelona el próximo julio.

Entre los preferidos de Javier Mariscal se encuentran los vaqueros Levi´s 501, diseñados en 1890 por el empresario Levi Strauss y símbolo de libertad y rebeldía en la juventud de los 60’. “Uno de los mejores inventos y diseños de este siglo”, afirma. El diseñador también siente debilidad por la moto Vespa, cómo sino iba a poseer 14 ejemplares y seguir tan encantado con el vehículo. Mariscal considera la Vespa un invento genial, ya que ésta revolucionó el concepto de moto existente antes de su creación en 1946, al colocar el motor en la parte trasera en lugar de “entre las piernas”. La exposición exhibe el primer modelo, diseñado por Corradino Diascanto y cedido para la muestra por un particular calabrés.

Entre Turmix y vinagreras

Nuevos utensilios y pequeños electrodomésticos para la cocina aportaron grandes soluciones. Es el caso de la vajilla Dúrales Picardie Tumblers, de 1950, que sustituyó a los delicados platos de loza blanca. La Cafetera Bialetti Moka Express y la Batidora Turmix, también de los años 50’, son aún imprescindibles para elaborar los cafés y menús más deliciosos. Y por su gran funcionalidad, las vinagreras antigoteo Marquina, de 1961, continúan siendo el objeto de diseño más copiado hoy en día.

“El franquismo impidió elevar el nivel cultural e industrial; la Iglesia, por cerrarse a todo lo que fuese innovación y democracia; y cierto carácter cerrado de los españoles a todo lo que esté fuera de nuestras fronteras”, afirmó Mariscal a EFE con respecto a la evolución del diseño en España. Algo que afortunadamente cambió en los años 80, una época de “explosión del diseño”, en la que el país se resarció de la “negritud” que acababa de atravesar.

En el terreno del diseño de interiores, lámparas como la Cordech tienen para Mariscal un merecido espacio en esta ceñida selección. Diseñada en 1957, el objeto es ejemplo de talento en una época en la que España apenas conocía la palabra diseño. “Y se hacían buenas piezas dentro de una industria poco desarrollada”, afirma Mariscal, que también se refiere al cenicero Copenhague, creado por André Ricard en 1957. La silla Eames (1950) supuso una revolución al tratarse de la primera silla de fabricación industrial realizada en plástico. Otro asiento más reciente también integra la exposición: la silla Maia (2006), diseñado por la asturiana Patricia Urquiola, que consigue en este modelo “una reinterpretación industrial del trenzado artesanal”.

Bolígrafos BIC

Otros objetos como el clásico bolígrafo Bic –“que representa innovación y democracia, una gran solución puesta al servicio de todos”–; el logotipo “I love NY” o la guitarra eléctrica Leo Fender (1954), también forman parte de la exposición. También el arte puede contenerse en un paquete de tabaco. Así lo considera Mariscal al rescatar el de Gitanes (1947), objeto que vio por vez primera en un viaje a París cuando era niño y su padre compró estos cigarrillos. “La exposición podría ser de 300 objetos o más porque en nuestra sociedad tenemos muchos objetos que nos han cambiado la vida”, declaró el creador a EFE en la apertura de la muestra en Madrid.

Entre tanto invento ajeno, el artista valenciano no se resiste a incluir algunos propios, como un taburete, un escobillero o un bolso. Aunque modestamente admite que “ninguno de estos objetos está a la altura de los demás”, afirma con sorna que simplemente están ahí “por enchufe”.

Y es que el sentido del humor es uno de los pilares de la filosofía de Mariscal y su estudio, compuesto por unos treinta profesionales y creado en 1989 tras el boom de Cobi y sus compinches –¿recuerdan a la entrañable Petra? Este equipo capitaneado por Chavi –como llaman a Mariscal los de su confianza– se propone en su trabajo diario “transgredir con humor e ironía, para resultar expresivo y efectivo. Reírse de uno mismo, de lo sagrado, de lo intocable, del poder (…)”. Algo que parece ser efectivo a la vista del currículum del diseñador y sus secuaces.

Renacentista del siglo XXI

Desde la renovación de la imagen del partido socialdemócrata sueco (1993), hasta la portada y audiovisuales de los respectivos disco y tour del disco de Kiko Veneno Está muy bien eso del cariño. Todo cabe en el universo Mariscal. Una especie de renacentista del siglo XXI, orgulloso de que ser multidisciplinar no es equivalente a mediocre. ¿Su primer objetivo? “El diseño, como el arte, encuentra su sentido cuando aporta algo al destinatario, cuando hace cosquillas al cerebro y ayuda a pensar (a nosotros y a los otros)”.

Así, busca las cosquillas de quienes disfrutan de un concierto en Club Calle 54, del que realizó todo el diseño de interiores en 2003. Tres años antes se ocuparía de la imagen gráfica del filme Calle 54, del director Fernando Trueba. Con él prepara con entusiasmo la película de animación para adultos Chico&Rita. También diseñaría la gráfica del álbum superventas Lágrimas Negras, de Bebo Valdés y Diego el Cigala.

Su inclinación por la música y el cine tampoco le impiden proyectos tan diferentes como la ilustración del clásico libro de recetas 1080 recetas, de Simone Ortega, o el diseño del interior de la cúpula de una de las salas del Pabellón de España de la Expo de Aichi (Japón) en 2005. En este mismo año idearía la planta 11 de Hotel Puerta América Madrid (de Hoteles Silken), en el que otros doce diseñadores y arquitectos de prestigio se encargarían del resto de estancias del edificio.

La colección de Muebles Amorosos (Moroso), la butaca Wok (Andreu World) y la librería Algas (Celda) son ejemplos de su trabajo en diseño para el hogar. Pero la más exitosa de sus últimas aportaciones reside en Uno Design, una colección colectiva de mobiliario para oficinas presentada en el último Salón del Mueble de Milán. La Granja, El Último Grito, Emiliana, Fernando Salas y Enrique Martí participan en esta propuesta innovadora y armonizada bajo la dirección creativa del mismo Estudio Mariscal. “La idea es hacer muebles amables, asimétricos, que abrazan al usuario y resuelven nuevos problemas, nuevas costumbres”, reza la filosofía de One Design. Como un Bic o una Vespa, pensaría Mariscal.